sábado, 16 de octubre de 2010

La condena siempre sera eterna

Créanme cuando cuento que todo esto se creo por la soledad individual de nuestra existencia. Nosotros eramos individuos parodiados por la sociedad. Personas cuyas desgracias acumuladas eran retransmitidas a modo de tragicomedia en las grandes pantallas. Pero no, no eramos deformes o retrasados mentales, eramos personas perfectamente formadas. Unicamente la inocencia de unas acciones nos convertía en el señuelo perfecto de la tragicomedia.

Créanme cuando digo, que en menos de dos años de haber creado esa palabra con la cual nos designaban, nos convertimos en una estructura perfectamente organizada. Nos habían creado una identidad y nosotros solos nos juntamos.Nuestro peso en la sociedad seguía siendo el mismo. Ser meros inspiradores de desgracias con las que amenizar el día a las familias. Pero nosotros nos sentíamos mas aliviados. El mundo poco a poco dejo de ejercer su fetichismo sobre nosotros y poco poco ganamos dignidad.

Créanme que en los años venideros todo se convirtió en caos. Jamas pensé que la tragedia parodiada por la creación artística y de ficción basada en nosotros podía transformarse en nuestra realidad. Tantas horas realidad difuminada y tantas horas de convivencia provocaron que acabásemos representando nuestras propias tragicomedias. El publico se desternillaba y lo acosos aumentaban.

Créanme que el caos perduro. Perduro y se torno en paranoia y obsesión. La estructura que habíamos creado se esfumo. Nos separamos. Sin embargo, ahora no nos sentíamos ni solos ni acosados. Simplemente condenados. Huíamos de nuestro propio reflejo. Ante esta realidad, ver a otro condenado (como nos acabaron llamando) nos trastornaba.

Créanme y júrenme que creerán que la muerte asolo a los de mi condición. Pero eramos nosotros mismos los que nos matábamos. Nos matábamos por sentirnos iguales, por haber cultivado tan intensamente una identidad colectiva. Nuestros actos se reflejaban en todos aquellos. Y esa perturbación acababa con todos nosotros. Seguíamos el mismo patrón. Primero descartábamos que nuestro objetivo era un mero yonki o una simple prostituta travesti. Luego en plenos suburbios le eliminábamos brutalmente. Buscábamos así, no tener identidad.

Y hasta aquí llega la historia. Apaguen ese flexo y mátenme. Todos están muertos. Yo mate a muchos. Y muchos se mataron entre ellos. Estábamos condenados a morir. Eramos solo carnaza para esta sociedad. No teníamos ningún valor sentimental ni artísticos. Al final, la parodia se volvió trágica y la tragedia la volvisteis comedia. Uno totalmente desorientado solo buscaba morir. Y morir significaba matar a tu identidad. Matar a tu grupo. Acaben ya conmigo y creen otra bonita parodia. Parodien para sentirse mas protegidos de nuestra maldición. Pero créanme, la condena seguirá creciendo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario